domingo, 7 de marzo de 2010

Un día con Samanta

Elpidio Lasotras

A ellas

11:53: Despierto. Me duele la cabeza, tengo ganas de vomitar, estoy un poco mareada, acostada bocabajo sobre mi cama. Sé que es mi cama porque veo la funda que mi abuela me bordó antes de venirme a vivir a Cuernavaca. “Siquiera pa’ que te acuerdes de uno en las mañanas, m’hija.” No quiero levantarme todavía. ¿Qué horas serán?
12:36: No pude comer nada, lo devolví todo. Yo no sabía que hacer eso la ponía a una así de mal. Mi papá a veces llegaba así a la casa y al otro día despertaba quejándose. Debe ser que también le daba esta misma dolencia que me cargo ahora.
13:07: Ésta no es agua de río, no es el agua de la poza donde nos bañábamos todos, cuando dejaba de llover y el río se iba haciendo chiquito. Mi hermano Octavio daba el grito: “¡Ya se ven las pozas, vénganse rápido!” Íbamos rápido. Toda la tarde mojándonos, agarrando piedras para aplastar sapos. Toda la tarde metidos en esa agua. Y ésta no es como aquélla; sólo me moja el chorro que me cae en el cuerpo; siquiera me lavara el pecado. Yo no soy mala.
13:48: No tengo ganas de ir, todavía no me repongo de lo de anoche. ¿Todos los días va a ser lo mismo? Pero debo ir, ganar más centavos porque mañana –primero Dios– tengo que ir a ver mi mamá y a mi abuelita. Les prometí algo para comprar maíz y pollo en la semana. Los domingos no abren ahí donde trabajo y voy a aprovechar eso para volver a mi casa, la que sí es mi casa.
14:52: Aquí estoy otra vez. Es mi sexto día y ya no me da tanto miedo como al principio. He conocido gente, hombres que la quieren besar a una todo el tiempo y dicen palabras bonitas. Aquí se llama El Farallón, hay muchas mesas, otras mujeres que también vienen por dinero de los hombres que se emborrachan con nosotras. No son buenas todas, sólo Sonia y doña Cándida, la que cocina. El primer día me vio llorando y sintió pena por mí. Me lo dijo.
15:21: Acaban de llegar tres hombres. Se sientan lejos de nosotras, cerca de la barra. Tienen calor porque se sacuden las camisas y resoplan en sus pechos. No quiero ir con ellos todavía, se ven malas gentes. Pero eso a Roxana no le importa y ya fue a besarlos. A mí me da vergüenza besar en sus bocas a los hombres que vienen pero debo hacerlo para que me den más dinero. Tengo hambre.
15:56: Ya hay más clientes y yo todavía no me atrevo a pararme de esta silla. Sonia no ha llegado, ella es quien me ayuda a acercarme a los señores que vienen a comer y emborracharse. Ella es buena, pero no está y no me dan ganas de ir sin ella. Y ya vi que uno me suelta risitas, me hace señas… Dios me cuide.
17:00: Los besos de cigarro me saben a mi padre. Cuando llegaba borracho me cargaba y me besuqueaba porque decía que yo era su querencia. Nunca les hallé el gusto a esos olores y ahora me besan con sabor a tabaco y a cerveza. Mi boca está llena de sus vicios y también debo tomar cerveza o de la botella que tienen. Yo no sé fumar bien todavía, me ahogo, toso. Pero aquí les gustan más las que toman y fuman y se dejan agarrar todo el cuerpo. Las manos en el cuerpo me duelen, me hacen pensar que soy mala, que le falto a la memoria de mi padre. Pero me dan dinero si me dejo.
17:51: Doy vueltas y vueltas y vueltas sin moverme. Yo beso a este hombre, dejo que me acaricie mis pechos, mi vientre, mis piernas, lo que tengo en medio de las piernas… Ya me gusta la cerveza y también los hombres porque dicen que me quieren. Nadie me ve, nadie sabe que ésta es mi nueva vida, nadie conoce mi pueblo, a mi familia. Los besos de cigarro también me gustan.
19:03: Siento sus dedos tocándome ahí y me escurre como un jugo agrio. Siento sus labios apretándome las puntas de mis pechos. Todos bailan, todos tomamos cerveza o licor, todos ríen y nadie está triste; yo no estoy triste. Así como estoy me escondo de todos, es como si tuviera una piedra encima aplastándome los huesos. Tengo calor.
20:16: Me cuesta trabajo respirar, no siento mi cuerpo, me voy a romper.
21:32: Escucho voces de todas partes, música de todas partes, risas de todas partes; alguien me aprieta la panza y mi boca me sabe amarga. En dónde estoy. Por qué me siento así.
22:22: No escucho nada. ¿Qué es aquí, mamá? Perdóname, mamá. Por qué no hay nadie. ¿Quién me habla, qué me dice? No tengo ropa, mamá. ¿Qué me están haciendo, abuelita? ¿Por qué ese hombre me golpea la cara? No soy mala. Mi boca sabe a hierro, un líquido rojo me escurre por la cara y por el pecho. En dónde estoy ahora, adónde se fueron todos, qué pasó con la música… Se me escapa el aire, mamá. Mañana voy a ir a verte, ya tengo tus centavos. Avísale a mi abuela para que me haga un caldito de gallina, mamá.
23:57: (Telón)

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